Mi pequeñísimo homenaje (aunque un poco tardío) a todas las mujeres olvidadas; a tantas mujeres rurales, sufridas, duras como el pedernal, menospreciadas a veces, ocultas, ignoradas, pero con la auténtica sabiduría del pueblo, tan necesarias como el aire que se respira y como él, invisibles. Ellas sí sabían conjugar de verdad el verbo amar, sin estridencias ni sensiblerías.
Vivas siempre en mi memoria.
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