domingo, 14 de mayo de 2017

¡UN, DOS, TRES! (ESTO NO ES UNA PELI DE BILLY WILDER, PERO ES IGUAL DE GRACIOSO)

Hay muchas formas de corrupción y no todas se engloban en el hecho palmario de robar a manos llenas; hay otras formas no tan evidentes, pero no por ello menos penosas, por lo que implican de falta de respeto, falta de preparación, nulo sentido del deber y absoluta falta de escrúpulos . Me refiero ahora al caso descubierto hace poco, de una senadora de Foro  Asturias (Rosa María Domínguez se llama) que plagió literalmente artículos periodísticos (hasta en cuatro ocasiones) para utilizarlos en sus discursos; por supuesto no pidió permiso para ello ni mencionó a los autores de los textos... ¿para qué? Este señora, con una cara dura (que me río yo del adamantium), alega en su defensa, como único argumento, que está muy estresada y tiene poco tiempo para preparar sus intervenciones ¡la pobre! Claro, en mucho más fácil, más rápido y más lucido, tirar de corta y pega y quedar como que sabes algo del tema que sea, tan ricamente, sin el más mínimo esfuerzo y (eso sí) tras embolsarse los 5.700 euros de sueldo que te dan por poner la jeta y lanzar discursos copiados y pegados. La cosa es tremenda y  nos deja a todos con cara de jilipollas, cuando no de pánfilos.
Cabe recordar aquí el caso (sucedió en 2016) de la diputada socialdemócrata alemana Petra Hinz, que dimitió fulminantemente al descubrirse que falseó su currículum. Eso pasó en Alemania, claro; si la tal Petra hubiera sido española aún estaría en su escaño, más amarrada que una lapa al casco viejo de un atunero y estaría dando lecciones de honradez a manos llenas (ojito con esta expresión, que se pueden confundir depende qué términos).
Otra cosa me viene a la cabeza, hablando de la preparación de nuestros representantes... es una chorradilla, pero la tengo que soltar. Pasó con motivo de la primera votación de los últimos Presupuestos Generales del Estado... como era muy importante que cada cual votara lo que tenía que votar (y no otra cosa), la Vicepresidenta Soraya dio una lección magistral de cómo votar. A saber: hay tres botones, tres, que coinciden con tres opciones (sí, no y abstención). Repito: TRES botones. Pues ocasiones hubo en las que alguien se equivocó y pulsó la tecla equivocada (ignoro si ese alguien sufría dislexia). La cosa tiene guasa. Si las opciones fueran trescientas... ¿qué pasaría? Pues que no acertaría ni Dios, habida cuenta de la dificultad extrema del acto pulsador.
Sí, ya sé que una equivocación la puede tener cualquiera, aunque no cualquiera puede tener ni los sueldos, ni las prebendas, ni las pensiones, ni siquiera el acceso al  bar del Congreso para tomarse un cubatita a buen precio. 
UN, DOS, TRES...¿qué pulso para que mi pulso no tiemble?... ¿sigo mi impulso o reculo para no hacer el ridí-culo? ¡¡Qué estrés, esto no está pagao!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario