martes, 11 de julio de 2017

CUESTIÓN DE (ESTUPIDEZ DE) GÉNERO O RESUCITAR A LA/L ZAGALILLA/O

Lo de la igualdad de género es cosa que no entendí muy bien, supongo que por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Me refiero a esa igualdad a machamartillo, a esa que quiere igualarlo todo con un rasero políticamente correcto y estúpidamente pazguato. 
Los políticos, en su discurso manido, recurrente y mojigato, en su afán por cogérsela con papel de fumar (por utilizar un eufemismo a los que tan aficionados son), repiten una y otra vez aquello de "vascos y vascas; españoles y españolas; médicos y médicas..." etc. etc. repitiendo siempre lo de la terminación femenina, no vaya a ser que nos tilden de misóginos o maltratadores de género; así hasta llegar a aquel disparate ejemplar de "miembros y ¡miembras!" que arrasó en el Congreso y en los tratados de gramática. 
Hemos pasado de la nada al todo, tratando de dar una imagen moderna, feminista, tolerante, integradora y vaya usted a saber qué más; pero hemos pasado a eso: a dar una imagen, y una imagen puede ser un fantasma, un ectoplasma falso que sólo es ficción vacía y nada más. Claro que vivimos en el siglo de la imagen y si no tienes imagen, no vales ná de ná. Y ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras... o eso dicen (que yo no me lo creo).
Para colmo de la pretendida igualdad, en mi pueblo estepario y manchegazo, al llegar las fiestas (y feria), se eligen de nuevo las zagalillas, figura emblemática de la España rancia que se han desempolvado no hace mucho y que vuelven a lucir palmito del brazo del edil de turno, ataviadas ora con traje regional, ora con traje de gala a modo y manera de puesta de largo de señoritas con ínfulas, venidas (eso sí) un poquito a menos. Y como iba diciendo, para colmo y para ejemplo de igualdad y buenas prácticas de género, se eligen ahora también... ¡zagalillos! Que no íbamos a ser menos en esto del género universal igualitario. Así, a la figura rancia de la zagalilla, se le añade ahora la del zagalillo en procesión un tanto patética y (me temo) que ridícula. Será que yo tengo el umbral del ridículo muy bajo, estoy desfasado o no soy suficientemente tolerente. ¡A saber!
Pero dejo ya de escribir y voy a comer, que tengo gusanillo y no es bueno andar con el estómago como faltriquera de menesteroso.
Preparé (eso sí) el cucharo y la cuchara; el tenedor y la tenedora; el cuchillo y la cuchilla, Por si acaso viene algún político y le tengo que invitar a algo (o a alga).

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