viernes, 17 de noviembre de 2017

LA SOMBRA DE STENDHAL (COSAS PARA SER FELIZ Nº 3)

Es posible que a los poetas solo los lean los poetas, labor harto endogámica y cosa inverosímil si se tiene en cuenta la cantidad de libros de poesía que se publican; las cuentas no cuadran: o alguien lee por cien o España está saturada de poetas o la mayoría de los libros de poemas van, directamente, al almacén polvoriento del olvido.
En fin, traigo a este rincón de cosas bellas, un libro de poesía: "Regiones Devastadas", de Guillermo Carnero.
Soy un lector compulsivo y desordenado, y mis gustos literarios oscilan normalmente entre la poesía y el relato corto. He de decir también que pocas cosas me sorprenden ya y poquísimas me tocan el corazón y el intelecto a partes iguales. Sí lo hace este libro que traigo.
Guillermo Carnero, pasada ya la resaca de ser "novísimo" (Castellet dixit), publica este su último libro casi con la timidez de ser un "libro menor", formado con residuos que se iban apartando de la "obra mayor" o más compleja que pudieron componer "Verano Inglés", "Espejo de Gran Niebla", "Fuente de Médicis" o "Cuatro Noches Romanas".  Regiones Devastadas está compuesto por poemas cortos y claros (todo lo claros que la estética de Carnero permite), de una claridad que se presenta a veces casi disfrazada, cuando no camuflada por un cultismo que excluye la pedantería y que yo, personalmente, agradezco, como agradezco una comida pequeña, pero exquisita (uno no está ya para comilonas ni chorizadas, que luego viene el reflujo).
El carácter eminentemente cultista de la poesía de Guillermo sigue aquí, sí, pero despojado de grandilocuencia y siempre al servicio de la belleza poética y del pulso trascendente. Se dialoga, por ejemplo, con Rodin, Arnold Böcklin, Tiépolo, Góngora, Bronzino, Boecio... y con un comerciante romano o un magistrado macedonio anónimo. Este libro se edifica con la ruina: lo olvidado está presente, escribe nuestro pasado desde el abandonado silencio de la piedra, el mármol o la inscripción, borrada casi por la mano inclemente del tiempo, apenas palimpsesto. Al final, los temas eternos: tiempo, muerte, olvido, deseo de perdurar (no obstante), restos que marcan lo que fue, destrucción, grandeza inútil, polvo...
Algunas migajas de poemas:
"Deja intacto este césped en que ondula/un silencio más limpio que la vida."
"Así caerá el olvido sobre la muerte impune,/para temor y asombro de los justos".
"Concédeme un desierto que engulla cuanto he escrito..."
"Permíteme que olvide lo que pude haber sido"
"Gracias, Señor,  por tu sabiduría:/ ver a quien enalteces/ me exime de la farsa de estar vivo"
"Quizás en otro tiempo alguien acuda/ a preguntarse en qué creyeron/ las ruinas que deje este poema".
Poemas para reflexionar sobre lo que hemos sido... antes, cuando la piedra estaba erecta en el pilar labrado, incólume aún al desgaste de nosotros mismos. Roma y sus fastos, Roma y sus calles enlodadas, el café  de la ópera de Viena o la música de Rameau,  no son sino una imagen latente en el daguerrotipo que esboza un retrato que muy bien pudiera ser el del poeta o el del lector.
Uno de los mejores libros de poemas que he leído últimamente. 



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