miércoles, 1 de noviembre de 2017

TODOS LOS SANTOS; AMBIENTAZO EN EL CEMENTERIO. PURA MAGIA

Alguien dijo que "la política es el arte de lo posible"; a esta altura del cuento sabemos que, en realidad, es el arte de hacer que parezca imposible lo posible o el arte de hacer que lo imposible parezca que es posible. El arte del engaño pues; el arte de la prestidigitación. 
El mago aparece impecable en escena con capa negra, frac y con sombrero de copa del que siempre sale un conejo inmaculadamente blanco para pasmo y admiración del público que acude al espectáculo, entre ingenuo y asombrado, aunque se sepa engañado de antemano, porque (lo que es peor) quiere ser engañado. Esta es la condición sine qua non del arte de la magia, el principio que todo mago sabe, la primera lección que se recibe en las academias de magia a lo Harry Potter: el espectador siempre quiere ser engañado, quiere vivir una ilusión para creer que lo imposible, de verdad, es posible. Por supuesto que cuando uno va a un espectáculo de magia, sabe de antemano que le van a engañar, sabe que va a pagar para que le engañen, para hacerle creer en lo imposible. Ese es, repito, el truco mayor, la auténtica magia. 
Luego uno se cree muy listo y trata de descubrir el truco y el consiguiente engaño y se devana los sesos para explicar lo que, aparentemente, es inexplicable a los ojos del inocente. Pero nunca se engaña a un mago de verdad, nunca se descubre el truco. Se admira la habilidad para el escamoteo, para la apariencia, para el engaño, para lo que parece y no es, para lo que es y no parece, para lo que desaparece, para lo que aparece por arte de birlibirloque o se desnaturaliza, se evapora, se descompone, se  trasmuta y (como agua) pasa de un estado a otro con naturalidad de alquimia secreta.
Ahora estamos en pleno proceso de alta magia; estamos rodeados de magos que hacen posible laberintos vanos de palabras y horizontes plenos de banderas que nada construyen, salvo muros.
¿Creemos en lo imposible? ¿Creemos en el Gran Houdini? ¿Seremos capaces de forzar los cerrojos que cierran los grilletes con los ojos tapados y las manos trabadas?
Mientras, el gran mago, el único, sigue paciente su espera y se ríe a mandíbula batiente de nuestros tristes espectáculos. 
A todo esto, hoy, en el cementerio, ambientazo total.

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